Si lee la prensa vera que no están los días para pasearse
por Istanbul. Huele a gas. Te lloran los ojos de tanto lacrimógeno. El dictador
coránico saco a sus perros de presa, siempre los mismos, esbirros disfrazados
de azul que apalean al pueblo que pacíficamente pide conservar un árbol.
Imagine como iría la cosa si la masa saliese a pedir pan. No se olvide, hoy a
los turcos, económicamente hablando, les va muy bien.
Del resto solo miseria. El crecimiento económico del
pelotazo turco es como el hispano. Construir ladrillo sin lógica y necesidad.
Los turcos en eso, tienen escuela. Mientras que pasaban hambre de la mala
siempre el emir les levanto una mezquita eyaculante. Junto a la piedra de la
mezquita, la represión de los energúmenos. Nada de sexo, nada de alcohol, nada
de música. Oración y represión.
Si va algún día a Istanbul debe de irse de mezquitas. No
solo a ver la piedra. Que también. Hay que contemplar al respetable. Adentrarse
en los mecanismos de un sistema más eficaz que el de la iglesias cristianas. La
mezquita como limosna a los parias no tiene límites. La limosna hace esclavos.
Si duda relea a Nietzsche.
Si leyó antes de
partir alguna guia encontrara una lista de mezquitas recomendables. Algunas comienzan con
el Aya Sofia. Error garrafal. Ese edificio hermoso fue concebido y construido
como iglesia bizantina. Que los musulmanes luego le pegaran unos minaretes que
desentonan, no cambio el carácter de iglesia. Se lo describiré otro día.
La mezquita azul es la siguiente. En turco Sultanahmet Camii. Debe ser por estar situada enfrente de la Aya Sofia. Es la mezquita del gobierno. La casa oficial. Pateada por miles de turista. Sentado en su suelo, rezándole a su amada, puede contemplar el Bósforo Esta avisado: allí, en el lugar de oración, solo pueden penetrar los musulmanes. Hay tanto mirón que han protegido los suelos con plásticos. Matando el acto de pasearse por encima de los tapices desnudos. No es la más hermosa. Si la más concurrida.
La mezquita azul es la siguiente. En turco Sultanahmet Camii. Debe ser por estar situada enfrente de la Aya Sofia. Es la mezquita del gobierno. La casa oficial. Pateada por miles de turista. Sentado en su suelo, rezándole a su amada, puede contemplar el Bósforo Esta avisado: allí, en el lugar de oración, solo pueden penetrar los musulmanes. Hay tanto mirón que han protegido los suelos con plásticos. Matando el acto de pasearse por encima de los tapices desnudos. No es la más hermosa. Si la más concurrida.
Frente al bazar egipcio, allí donde le venden los tés y las especies, está la mezquita de Yeni. Debería verla. Últimamente es cada vez más visitada. Recoge todo lo que una mezquita debe tener. Hay muy poca gente. Lo que te permite sentarte a contemplar los rituales de ellos y ellas, escondidas detrás de las celosías. Al salir deje una propina aunque sea ateo como yo. Es la única mezquita que practica con devoción la hospitalidad otomana.
Exuberante sobre una de las colinas más altas de Istanbul
está la mezquita de Suleymaniye . Es la mezquita de la reacción. El pensamiento
fundamentalista. Allí podrá ver a árabes sin oficio y muchos beneficios que con
los petrodólares saudís anuncian la muerte y el paraíso. Es el fascismo
religioso puro. No se asuste. Debe verla. Tiene un deje de arquitectura
fascista por su grandiosidad. Ellos no lo saben, ya que los que subieron a
Europa no leyeron y los otros se esconden en las arenas de desierto o los
montes de Kabul. Es curioso como las ideologías se universalizan antes de que
el capital inventara la moda globalizadora. Siéntese y mire. Pasee por su jardín,
la versión arabizante del claustro pre románico. Allí abajo, a sus pies, para
conquistar, el resto del país.
Si como yo no está cansado y le coge vicio a esto de
comparar los delirios religiosos de estos tipos, le recomiendo que visite
conmigo la mezquita más hermosa de Istanbul: Kılıç Ali Paşa camii
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