Saliendo de
Saas-Fee en dirección a Hohnegg, ya en las afueras del pueblo, te encuentras
con la Suiza profunda. El camino nevado es difícil pero merece la pena. Allí están
situadas unas cuantas granjas que viven de las vacas. En la zona más soleada
del pueblo.
En uno de los
muchos hórreos que jalonan el camino nos encontramos con una hermosa exposición
gratuita de artesanía: Una colección de caras o mascaras talladas aprovechando
la forma original de la madera.
Las tallas de máscaras
de madera suelen asociarse a arte primitivo. A veces lo fue. Los que así lo ven
olvidad que también fue el comienzo de toda la imaginería europea. Asi empezó.
En las manos de un campesino. A la luz del candil en las largas noches de
invierno. Sin romanticismos. Que en las cortas, de verano, el público se
dedicaba y dedica a otros asuetos.
Siempre tuvieron
una función definida. Con juego o seriedad servían para asustar y protegerse.
Mal vistas por los cuervos portacasullas las combatieron a muerte. Estas siguen
protegiendo las vacas de un campesino suizo que se empeña en decorar sus
posesiones con su arte. No vende. Que eso, el capital, también en Suiza, da mal
de ojo
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