miércoles, 1 de enero de 2014

¡No me ponga mala cara!









 
Saliendo de Saas-Fee en dirección a Hohnegg, ya en las afueras del pueblo, te encuentras con la Suiza profunda. El camino nevado es difícil pero merece la pena. Allí están situadas unas cuantas granjas que viven de las vacas. En la zona más soleada del pueblo.

En uno de los muchos hórreos que jalonan el camino nos encontramos con una hermosa exposición gratuita de artesanía: Una colección de caras o mascaras talladas aprovechando la forma original de la madera.

Las tallas de máscaras de madera suelen asociarse a arte primitivo. A veces lo fue. Los que así lo ven olvidad que también fue el comienzo de toda la imaginería europea. Asi empezó. En las manos de un campesino. A la luz del candil en las largas noches de invierno. Sin romanticismos. Que en las cortas, de verano, el público se dedicaba y dedica a otros asuetos.

Siempre tuvieron una función definida. Con juego o seriedad servían para asustar y protegerse. Mal vistas por los cuervos portacasullas las combatieron a muerte. Estas siguen protegiendo las vacas de un campesino suizo que se empeña en decorar sus posesiones con su arte. No vende. Que eso, el capital, también en Suiza, da mal de ojo


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