Hace unos días pase
por Ginebra. No fui. Fíjese en la distinción. Entiéndalo bien. Inspire y siéntalo.
¿Qué no? No me provoque que le llevo el alma por delante. Esta es una cuestión de
vital importancia. Para todos.
El que escribe
esto es de nazon galega. Allí, a golpes, aprendemos que la patria se divide
entre los que van a Suiza. Moreas. Y los que se quedan. Cada día menos. Algunos
pasan. De puntillas. Para que no te salga la Santa Compaña y te lleve, te
quedes.
No crea usted,
que yo de emigración se bastante. Soy uno de ellos. Pero jamás fui ni iré a
Suiza. Ya de ir a algún lado, ir bien. Bien solo se puede ir a los dos últimos paraísos
campesinos que quedan en Europa: Dinamarca o los Países Bajos. Queda allá en el
norte algún concepto de. Pero no es país ni paraíso. Es tundra para
alcoholizados. No vaya.
Tras esta declaración
de principios solo queda comentar que es lo hay en Ginebra. ¿Dinero? Debe
haberlo. Yo ver no lo vi. Pero tampoco vi la Santa Compaña e igual que usted se
que existe. ¿Irracional? No crea. Solo debe pasear por delante de alguno de los
hoteles cercanos a la playa. La concentración de Rolls Royce, Bugatis,
Ferraris, Mercedes, Porches y demás chatarrería de los pudientes, es para
acojonarse. ¡Cuántas escuelas de música podríamos haber montado por las aldeas
de mi tierra!
¿Pero quien es el
energúmeno que piensa en eso viendo pasar a las señoritas colgadas de bolsos
que para si quisiera la muy putanesca alcaldesa de Valencia? ¿O es que usted no
se ha enterado que el objeto más visitado de Ginebra es el museo de relojes
donde lo más barato de su shop no baja del salario de cinco -5- mileuristas?
Ya tenemos el
alma izquierdista jodiendo. Que no hombre, que hay mas. Se ven tipos en
bicicleta. Niñas de piernas largas y alma de jipi. Algún heredero de Calvino engominado.
Tiburones cansados en los bares modernos a la orilla del rio. Alguna librería decente.
Miles de idiomas de las miles patrias. El poder discreto del capital discreto. Allí
la riqueza no se exhibe. No se confunda. Ese portagafas de coletilla puede ser
un traidor que acaba de cambiar la pasta del Barcenas de sitio. Esa es la diversión.
¿Quien es el topo?
Ademas, bajo un
sol fabuloso, los cafes en las terrazas del lago, ¿que quiere que le diga? Un paraíso
artificial que como Calvino miente hasta el tuétano. Por eso allí, el dinero,
si tiene patria: la de ellos
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