sábado, 28 de marzo de 2015

Las calles de Madrid





La Castellana, mentirosa de costumbre y puta de boquilla, se empeño en mostrarme el territorio donde hace la calle. De arriba a mas arriba. Cuesta va y cuesta viene. Siempre trepando. Que si la cabra tira al monte, la vida es trepadura.

Lo recorrimos todo. De día, tarde y mas tarde. Poco había que ver entre el calor bochornoso y la polución asesina. El pueblo se retira en la obscuridad de los cuchitriles para respirar el vaho de los cubalibres de garrafón que es anule lo que jamás tuvieron: cerebro.
Fuera algún empacado intenta cumplir el ultimo target de la empresa. Las eternas madres manifiestan alegría fingida repartiendo biberones. Los lumpen que pasean los Adidas en los territorios esquilmados de caza. Los escolares, división ovillo o mica versión galaica, pierden la juventud sin enterarse. Los anuncios maltratan el paisaje.

Eso es la calle. El anuncio eterno. Madrid presume con razón de anuncios. Unos anuncian el producto del capital. Otros se anuncian ellos mismos. Hasta las mas recatadas se venden en el gran mercado de la calle. Me lo explico una rubia desconocida en una terraza de achicoria. “ Nos vestimos para las otras; ellos mira siempre. Imposible objetar semejante manifiesto contundente.. Es la vida de la puta calle. Con anuncios.





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