A
Zermatt no se llega. Te llevan. En un tren con precisión suiza. La carretera se
detiene delante del inmenso garaje cubierto de Tasch. Es el cuento chino de los pueblos libre de
trafico que se han inventado los suizos. Lo comprobara cuando recorra las calles
de Zermatt. Donde hay tantos peatones como coches eléctricos. Excepto el camión
de la basura y los bomberos, que consumen diesel, el resto se mueve sin ruido para
sobresalto del peatón.
Zermatt
es una aldea repleta de hoteles de lujo. Apartamentos de lujo. Tiendas de lujo.
Restaurantes de mala hambre y precios de lujo. Pizzería para el pueblo. Dos
supermercados. Cuatro farmacias… No podrá quejarse de que algo falta. Siempre
que su cartera este bien repleta para poder pagarlo.
Fue una
aldea entre los Alpes, a los pies del monte Cervino, donde pastaban las vacas en los prados de
verano. Eso lo han abandonado. Hoy vende un paisaje supremo con el Cervino como
estrella en la frontera con Italia. Hay que verlo. Aunque barato, ponga como se ponga, no le saldrá.
Le recomiendo el invierno. Con sus cumbres nevadas. Si usted pertenece a la
cofradía de los senderistas podrá ir en verano. Al refugio de Monte Rosso, p.e.
Aluminio de diseño en medio de la montaña. O subir al Cervino o Matterhorn,;
escoja la dominación que mas le plazca. Pero reconozca que todo esto, en
invierno, entre la nieve y el frio, da para mas.
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