Cuando andaba por la facultad de Medicina de Compostela sentaba cátedra el Dr.
Domínguez. Cada curso, la lección comenzaba con una llamada a los estudiantes a
no olvidarse jamás del paradigma numero uno de la fisiología: Todo órgano que
no se usa se atrofia.
Le hicimos caso. Lo que no nos conto es que
todo órgano, poco o mucho usado, pasado los años deja de funcionar. O lo hace
mal. O precisa ayuda. Hasta la derrota final. Todos los órganos. En machos y
hembras. Que en los machos algún órgano se visualice antes no quiere decir que
no sea de uso universal.
Tan universal que hasta en la naturaleza el
mecanismo se repite hasta la saciedad. ¿Ha oído hablar alguna vez de los geiseres.
Esos chorros de agua que salen de la tierra profunda. El que le dio el nombre a
todos se encuentra en Islandia. Sigue siendo el reclamo para turistas que en
procesión van a verlo.
Se ha muerto. Allí, a parte de un letreo
lapida que dice que es el, lo único que se ve es un charco de agua caliente. Se
murió en fases. Lo acabaron de matar cuando los males médicos se dedicaron a
producirle eyaculaciones artificiales. Revivió algo tras la explosión de algún
volcán cercano. Hoy descansa en paz hasta que las profundidades de la tierra,
algún día, vuelvan a vomitar el desastre llevándose por delante lo que
encuentren.
Mientras los lugareños viven a cuenta de Strokkur.
Así se llama el geiser de menor porte que eyacula cada diez minutos su orgasmo
de agua azufrada. Como en la vida, de distintos tamaños y volúmenes. El pueblo
lo fotografía. Yo también. Aunque les confieso que lo mas hermoso estaba al
lado de los geiseres. Unos pocos metros mas allá. Me refiero a esos hermosos
colores que toma la tierra volcánica en un día en que el sol nos acompaño.
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