Cualquiera le lleva la contraria.
El National Geographic nos saca una
hermosa foto y marca rumbo. Lo malo es que no nos cuenta el resto: Aquello en
verano es imposible. Las hordas de turistas que lo invaden lo convierten en un
sitio insufrible del que uno solo desea escaparse. Esta avisado.
Su belleza, a altas horas de la
mañana, cuando no hay nadie solo se puede contemplar si se ha quedado usted a
dormir en una de las dos áreas de camping con mínimos servicios que hay. O se
deja usted caer con los últimos rayos del sol en una, pocas, tarde de verano.
El resto es bus va y viene con
masas de viajantes que siguen al guía vociferante. Vociferante es también el
empeño poético de los islandeses de presumir de parlamento primitivo entre piedras en medio del camino.
No cometa el error de preguntar por el argumento arqueológico de tamaña
historia ya que será aniquilado con la mirada. Lo ha adivinado. No la tienen.
Lo que no es grave ya que todo
pueblo tiene una historia contada a base de mentiras. A usted de pequeño
también le contaron las aventuras de la espada Tizona, como un tal Pelayo
derroto a miles de moros, etc. Lo de los islandeses no solo es mas poético si
no mas útil: eligieron uno de los primeros parlamentos de la historia universal. Para darse con un canto en los dientes cuando usted y su tribu de
momento solo elige casta pepera o podemista.
Los ateos históricos fuimos al
parque a contemplar la falla entre las placas continentales de Europa y América.
Luego descubrimos que el lugar mas interesante para verla esta a unos ochenta
kilómetros de allí, al sur de la capital. Lo que no le saca merito a pasearse
con un pie en cada continente.
Si usted sigue mi consejo y pasa
la noche en el camping para poder pasear con tranquilidad por esas piedras,
sepa que va a dormir en un lugar severamente frío. Siempre hace viento y
frío. Que el primer ministro islandés tenga en aquellos pagos la residencia
oficial de verano no dice mas que eso: allí llevan de turismo patriótico a
visitantes extranjeros de postín. A hacerse la foto a orillas del lago. Nadie
sensato se queda en aquellas tierras húmedas por gusto.
Me queda la duda y la pregunta.
¿A quien se le ocurre la idea de montar un parlamento en un cruce de caminos en
medio de la lava inhóspita? Donde solo hay agua y el resto de útiles y comida
no hay mas opción que transportarlos. Eso, para pensar mientras patea las
cuestas de Thingvellir
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