sábado, 28 de noviembre de 2015

Mi Francia profunda, avec amour




Posiblemente sea usted uno de esos tipos que repita aquello de que sobre gustos no hay nada escrito. Ya sabe, una simple mirada a su alrededor le dice que se ha vuelto a engañar  con mentira piadosa. ¡La realidad viene a veces tan jodida!


Para empezar hay miles de paginas publicadas sobre gustos. Millones escritas. La inteligencia dice que una cantata de Bach es armónicamente superior a cualquier grito eritreo. La novena sinfonía de Mahler es incomparable con lamentos de la monotonía árabe. Un Verdi, el que usted quiera, arrasa cualquier divertimento operístico chino. Un decir. Tal acumulo de cultura solo se produjo en un lugar determinado. Ese acumulo no fue coyuntural. Se mantiene y se retroalimenta desde hace siglos. Amen.

Aunque usted pertenezca a la banda de la progresía cristiana tendrá que soportar que le diga que los niños asiáticos superan en todo a los prietos y latinos en cualquier barrio miserable de las ciudades del mundo. No confunda.

No hablamos superioridad biológica de nadie. El viejo Marx lo resolvió hace tiempo: de cada uno según su capacidad; a cada uno según su necesidad. La utopía suprema e insuperable. Se le olvido que hay quien considera necesario una barra de labios rouge y algún imbécil un Ferrari Testarossa.

La France es insuperable. Puede usted ser germanófilo, anglófilo, pro yanqui, y si se pone pro chino. Pierde usted el tiempo. La sociedad moderna nació en la Comuna. De aquella idea revolucionaria nació el mundo moderno. El de la utopía de la libertad, igualdad, fraternidad. El resto fueron copias. Adaptaciones locales al sueño ateo de conquistar el paraíso en la tierra.

La France no fue solo eso. Fue mantener que la vida va mas allá de generar plusvalías. Que el derecho es a la pereza y no al trabajo. Que el amor no es libre pero sabe mejor regado con burbujas. Que para leer un libro hay que tener glucosa en el cerebro y eso solo se consigue después de comerse una bullabesa o un sanglier.

Para que no se le olvide se lo cuentan cualquier domingo en las calles del país. ¿Ha visto usted alguna vez una banda de música que se abandere con champagne en su parroquia? Eso, ¡supreme! ¡Vive Le France!




No hay comentarios: