Algunos se lanzaron a la aventura
dedicándose a mantener las necesidades
del resto. Les fue bien. Los pueblos comenzaron a diversificar su oferta. Se
convirtieron en lugares para artistas, pintores, escultores, sopladores de lo
que se les ponga, cultivadores de la nada, algunos se tiraron al vino de los
pueblos del ocre… los buen pudientes se quedaron en Gordes que lo tenia todo:
Un hermoso pueblo bien conservado. Habitado verano e invierno hasta el día de
hoy. Con la hermosa abadía de Senaque a pocos kilómetros, a donde siempre hay
que ir. De regalo el Village des boires
que le enseña como alguna vez fue…Y todas las facilidades posibles para
bolsillos sin demasiado aprieto
Alli también es posible andar y recorrer
en travesía rutas para sentirse joven. Lo que hace la masa cuarentañera que
esta semana santa dominaba el pueblo. La panda allemano hispano francesa que
disfrazado de entre Decathlón, los pobres, y Fjallraven los ricos, gastan proteínas
durante el día para engordar en los múltiples restaurantes por la noche. Al día
siguiente todos relajados repiten la operación.
Hay que llegar alli alguna vez. Aunque
solo sea para entender que entre aquel sol crecen unas aceitunas excelentes y
la vida discurre como debería ser: si sobresaltos.
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