martes, 29 de marzo de 2016

Mercados Provenzales, o el arte de venderles lo de siempre como novedad



Mientras que los alcaldes patrios se empeñan en construir rotondas a ningures esperando que alguna vez por arte de magia un polígono industrial llegue a la huerta de Menchu, el sr. Alcalde francés se dedica a la conservación del mercado semanal: esencia de vida y progreso.


Le explico: Cualquier pueblo de la republica francesa que se precie tiene un mercado semanal. Los hay de bandera, todo el pueblo ocupado, como en Dieppe. Los hay tamaño reducido, como en Gordes. Todos lo tienen.

En estos mercados la esencia de la venta es poner en manos del consumidor los productos elaborados por los campesinos y artesanos de la zona. Alli no se llena del gitano zamorano que nos vende las falsificaciones turcas por doquier. Esta Jan das bolas que elabora quesos de cabra, pates de  conejo, la mil de brezo, el bastón de carvallo, la lechuga tierna, las patatas negras, los espárragos violetas, las castañas del bosque, la fruta de la primavera…

Alli no se encontrara chineserias y hasta la cesta de mimbre proviene de la esquina y no de Shanghái.

No se confunda. El campesino francés hace muchos años que se ha redimido y aunque venda litros de leche gratis y se dedique a engordar cerdos inútiles sabe que para obtener pasta liquida hay que dedicarse a lo que compra el consumidor que se escapa de la producción industrial del los Alcampos, Continentes y demás zarandajas. La política de la calidad a precios asequibles ha arrasado. Al día de hoy los productos se amplían y ya venden de todo. Hasta los vinos del verano hay que adquirirlos en el mercado.

Pues alli fuimos a Gordes. Donde consumimos de todo, cesta incluida. ¿Quién es el inútil que va al mercado sin cesta donde traer los manjares de la tierra?




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